La guitarra de John Lennon by Jordi Sierra i Fabra

La guitarra de John Lennon by Jordi Sierra i Fabra

autor:Jordi Sierra i Fabra [Sierra i Fabra, Jordi]
La lengua: spa
Format: epub
Tags: Novela, Intriga, Juvenil, Policial
editor: ePubLibre
publicado: 1990-03-01T00:00:00+00:00


12

Esta vez detuvo el Porsche en Inverness Terrace, a menos de cincuenta metros de su destino. Puso un par de monedas en el parquímetro y con la gorra de los Lakers calada hasta los ojos recorrió el breve tramo de Bayswater Road hasta el pub. Hyde Park, con los jardines de Kensington poblados de verdor frente a él, bullía bajo la presencia de un público relajado y feliz, a la caza de los primeros calores por entre un ciclo nuboso que, de tanto en tanto, permitía el paso de unos cálidos rayos solares. Mucha gente comía en la hierba, rodeada de paseantes, corredores de footing, amos y perros, niños jugando y parejas buscando su propia intimidad en medio del tumulto. Sam le dio la espalda al parque al entrar en el lugar de su cita con Jeremiah Page.

Ni siquiera recordaba cuánto tiempo hacía que no pisaba la hierba de Hyde Park.

Todavía faltaban cinco minutos para la hora acordada. El secretario de Frank no se encontraba aún allí. Nadie reparó en él con especial atención. El olor a comida le despertó ligeramente el hambre y la súbita e inesperada presencia de una mesa libre, al fondo, le determinó a sentarse y pedir un plato combinado, rápido y fácil. Cuando lo terminó, seguía tan solo como al comienzo.

Pasaban quince minutos de la hora.

Temió que Jeremiah se hubiera arrepentido de su primer impulso. Pasaron otros cinco minutos. Pidió otra bebida para no verse obligado a levantarse ante las miradas reticentes de los que esperaban para hacer lo mismo que él. La bebida y Jeremiah Page llegaron en el mismo momento.

Era un hombre relativamente joven, entre los treinta y cinco y los cuarenta, pero Sam se dio cuenta del prematuro y súbito envejecimiento. Claro que llevaba dos o tres años sin verle, y eso, en ocasiones, es mucho tiempo. Jeremiah fue un buen músico una década antes, y posiblemente aún lo fuese, o al menos conservase parte de su habilidad y clase, pero el tiempo, en la música, nunca perdona. La edad del público, siempre joven, renovado y rápido, marca en muchas ocasiones, demasiadas, la propia edad del artista. El rock era el vértigo.

Cambio, renovación, el émbolo automático capaz de insuflar siempre sangre nueva.

Levantó una mano llamando la atención del recién llegado. Jeremiah se acercó dudoso, hasta reconocerle a pesar de la gorra. Su aspecto, de cerca, no era bueno. Las ojeras se le marcaban con profundidad bajo los ojos, llevaba el pelo muy revuelto y, sin afeitar, la tez pálida y demacrada se acentuaba con una serie de arrugas y bolsas de tono cetrino. La piel era de un color gris sombrío. Los ojos reflejaban miedo.

Mucho miedo, y también incertidumbre.

—Sam… —musitó casi desfallecido al tomar asiento frente a él.

—¿Te encuentras bien?

—No lo sé, yo…

—Será mejor que tomes algo.

—No tengo hambre.

Sam no le hizo caso. Levantó la mano derecha, llamó la atención del camarero y por señas le ordenó un plato combinado exactamente igual al suyo. Después se enfrentó de nuevo a la perdida mirada del hombre.



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